Este año, comencé con el propósito de escribir más y mejor dentro de mi blog... Pero bueno, ya se sabe que no todo es como es, ni todo es como se sabe :-) Que entre unas cosas y mi visita a Mallorca, concretamente a Palma (que es desde donde escribo), se me ha ido el tiempo. No que lo haya perdido, sino que lo he dedicado a otros menesteres como conocer la isla (aún falta) y, también, conocer a nuevas personas y nuevas perspectivas.
Eso es lo que le debe de pasar a muchas personas (por suerte no son todas). Que muchas de ellas, viviendo ensimismadas en sus particulares y privilegiadas vidas, va deambulando y con el mazo dando, sin percatarse que el mundo ha cambiado. No porque ya no gire, o lo haga más deprisa. No porque los súbditos (vaya palabrita y su significado) le hagan la ola. Sino porque, de tanto llevar a cabo un acto, lo han convertido en un hábito. Y, es por ello, que dando por hecho muchas cosas (como la complacencia, el mirar para otro lado, el viajar con gastos pagados, el tener un cordón de seguridad permanente y particular, etc) se olvidan que hay que cumplir unas normas que, ellos mismos o el sistema que les beneficia evidentemente, han fijado para que se cumplan.
¿Qué de qué escribo? Pues, está claro, de la bobona, digo de la Borbona Cristina. Una cosa que tenía clara desde que llegué a la isla, es que, turísticamente, uno de los puntos que me gustaría visitar es la famosa rampa, por la cual han comenzado a derribarse ciertos mitos de un país y una sociedad bastante caducos. Y, lógico, tanto va el cántaro a la fuente, que, al final, logré llegar al punto y hacerme la foto de rigor.
No vayais a pensar que está hecha con saña y ganas de venganza. Para nada. Al fin y al cabo, todos somos personas. Y, por suerte, en ésta nueva era, el tiempo va poniendo a cada uno en su sitio. Además quien soy yo para alegrarme de los problemas de otra persona... Ya lo dicen los cristianos: Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pero ello no cambia el que, aún hoy día, haya comportamientos más penosos que hace 500 años. Es decir, fiscales que defienden en vez de acusar. Gobiernos ¿democráticos? que hacen diferencias claras y notables entre ciudadanos. Jueces que intentan hacer justicia y son ajusticiados. Y el pueblo... ¿Dónde está el pueblo? Pues como hace 1000 años, esperando y haciendo con su egoísmo más de lo mismo.
Por cierto, que casi se me olvida. La rampa está correcta. No presenta signos de peligro alguno para la integridad física de sus usuarios. No se aprecian signos de que sean factibles resbalones (salvo cambios estrepitosos en la metereología). Es amplia y posibilita el paso tanto de vehículos como de carrozas. Siempre hay personal de seguridad. Hay hasta un bar al lado, que por cierto cierra muy pronto y, si puedo, volveré para disfrutar de una bebida o comida.
Y no olvidarse, que en estos tiempos tan fantásticos que vivimos, es hora de cambiar paradigmas y dogmas. Pero no para satisfacer nuestro ego, sino para darnos cuenta que, en todas partes, si bien no se cuecen habas, si todas las personas nos encontramos con rampas. Unas veces tocará subir, y otras tocará bajar.
Un amelgu desde Palma :-)